Paseando por ahí~

Salió a las afueras del castillo, pisando el césped con sus botas. Vio un viejo establo a lo lejos y se encaminó hacia él.
Entró y olió un particular olor a madera. Arrugó la nariz, no le disgustaba, sólo era algo rarto. Olió un poco más, intentando ver si había alguien más ahí, sin embargo, no le llegó otro olor, aparte del asserrín y los caballos que habían ahí.
Observó a los caballos un instante y se dio cuenta que todos eran marrones. Tsk... qué iguales. Siguió caminando dentro, observando a los caballos y se dio cuenta que había uno, sólo uno diferente. Negro completamente. Sonrió y se acercó a él. Algo desconfiada alargó su mano y acarició la cabeza del animal. Este se quedó tranquilo sin ningún deseo de atacarla.

- ¿Me dejarías subir en tu lomo, caballito? - preguntó, sonriendo, como si esperara una respuesta del animal. Este no respondió -como es obvio-, y ella, sin pensarlo dos veces subió al lomo del animal, que sólo se movió un poco por sorpresa.

A Kasumi el gustaba mucho que los caballos no tuvieran ninguna de esas cosas que los humanos le ponían para montarlos o esas sogas para indicarles a donde ir. Era cruel, y ella no permitía eso en ningún animal.

- Me gusta como te llevas con los caballos. ¿ Es así con todos los animales ? - preguntó caminando lentamente hacia ella.

Sus pasos daban anuncio de su pronta aparición, pues llevaba arrastrando los pies, sin ánimos para levantarlos y pasar desapercibido.
Apoyó una mano en el hocico del equino, el cual le devolvió un tacto suave.

- ¿Estás segura de que te dijo que sí?

- Pues, sí, así soy con todos los animales. - dijo, acariciando el lomo dle caballo, aún sentada sobre él. - Merecen la compasión de todos... Son seres indefensos que nunca le hacen el mal a nadie. La verdad, nunca me alimenté de ninguno de ellos. Soy vegetariana... Una vampiravegetariana. - rió abiertamente cuando dijo eso. - Sólo me alimento de humanos... aunque no es necesario para mí. Lo hago por diversión.

Comenzó a balancear sus pies, algo divertida.

- Y bueno, si eso fue un no, seguro me botará al suelo. Es sencillo. - dijo sonriendo. Ella siempre solía ser muy práctica.

- Qué curioso, yo también soy vegetariano. Aunque tampoco como carne humana -le guiñó un ojo a la muchacha. - Y tienes razón, si no te dejase ya te habrías quebrado el pie zurdo.

Acercó su rostro al caballo y comenzó a susurrar tiernas palabras en su oído.

- Pues carne no... sólo la sangre. El sabor me cautiva. - dijo. Se recostó encima del lomo del caballo, cruzando su brazos delante de ella, y apoyando su cabeza de costado en el cuello del animal. - ¿Sabes? Nunca vi que alguien fuera tan amable con los animales como tú... - dijo con una sonrisa.

Terminó su charla con el equino, para volver el rostro hacia la muchacha y sonreírle.

- Quizás también soy un animal, jajaja.

Lo acompañó en su risa.

- En el fondo, todos somos animales. Hay veces en la que nos dejamos llevar por nuestros instintos... - comentó, acariciando el lomo del caballo.

Observó sonriente cada movimiento y caricia de la muchacha con el animal.

- Pues sí... todos somos animales, a nuestra manera. Le gustaría que le acaricies detrás de la oreja, y luego en el cuello~

- ¿Eh? - preguntó confundida, parpadeando dos veces. Se encogió de hombros e hizo lo que él le indicó.

Acarició al animal detrás de sus orejas y luego un poco en el cuello. El caballo relinchó de alegría, y Kasumi rió un poco.

- Neee, ¿cómo sabías, eh? - preguntó, sonriendo.

- Si fuese un caballo.. me gustaría que me acariciasen en esas zonas - luego hizo una mueca divertida - además le leí la mente. Y le gusta el tacto de tus manos porque es suave.

Se quedó mirando la escena con una sonrisa.

- Es interesante eso de que le peudas leer la mente a los animales. - admitió. Alargó su mano y acarició un poco a Konatsu detrás de su oreja derecha. - ¿Y tú qué opinas? ¿Piensas que mis manos son suaves? - preguntó, riendo, para luego retirar su mano.

En el momento que duró la caricia entrecerró los ojos, disfrutando placenteramente del tacto. Un poco más y sentía que comenzaba a ronronear del gusto.

- Pues.. sí - admitió cuando la muchacha hubo apartado su mano - Tienes manos muy suaves.

Rió un poco ante su comentario, y siguió acariciando al caballo.

- ¿Qué tal si le ponemos un nombre? - le propuso.

- Es una bonita idea. ¿Qué nombre te gustaría ponerle? -preguntó divertido ante la propuesta de la muchacha.

- Mmm... - pensó, rodando los ojos. - ¿Qué tal...? - hizo una pausa larga, mientras seguía pensando. - ¿Qué tal "Noir"? - preguntó. - Ya sabes, en francés significa "negro" y ya que él es de ese color... Aunque si se te ocurre otro, mejor. - dijo, sonriendo.

Spoiler:

- Me gusta Noir. Una vez escribí una historia llamada "Chat Noir". Pero me agrada.

Besó la nariz del equino y comenzó a cantarle en voz baja.

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- ¿Escribes? - preguntó emocionada. - ¿De qué se trataba "Chat Noir"? - volvió a preguntar, algo curiosa.

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- De dos muchachos en Francia - se quedó pensativo un momento, sin saber si seguir hablando - Que estaban enamorados, claro. Uno de ellos tenía el cabello azulado como la noche y una belleza envidiable - palmeó al caballo. - Como este corcel.

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- Oh, Francia... - comentó. - Me gusta mucho ese país, pero... je ne parle pas français. - dijo, sonriendo un poco. - La historia suena interesante, ¿sería mucho pedir que me contaras un poco más?

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No pudo evitar ruborizarse.

- Claro.. Bueno.. Se trata de un griego que va de viaje a Francia y conoce a un artista callejero.. básicamente es eso - saca la lengua -. Quedan en encontrarse.. pero el muchacho tiene que volver a Grecia, y al final decide llevarse al francés consigo. Es un pequeño resúmen, es una historia bastante vieja a decir verdad.

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- Pues tendré que repetir, suena interesante. - dijo, sonriendo. - Ojalá algún día tenga la posibilidad de leerlo. Sería muy lindo... - comentó, sin borrar su sonrisa, comenzando a acariciar a Noir de nuevo.

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- Si.. quizás. Pero creo que ya pasaron esos momentos en los que todo era más o menos tranquilo.. - por unos momentos sintió que la cabeza le daba vueltas; su sonrisa se estiró, haciéndose sádica - Je, ahora hay que aprender a vivir entre muerte y sangre.. Sinceramente todas las razas llegan a su fin.. me alegra que la raza humana haya cumplido su ciclo.

Sus actualmente ojos carmines brillaron con determinación, aunque ese color desapareció tan pronto como recuperó la compostura. Esperó que la muchacha no haya notado su brusco cambio de personalidad.

Apoyó las manos por sobre la de la muchacha, sin darle tanta importancia a ésto y sí volcando su peso en su ánimo.

- A veces ni siquiera yo me entiendo - pensó internamente.

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parpadeó confundida, sin embargo, no mostró algún tipo de miedo alguno. En parte, sí tenía un poco, pero si la cosa se descontrolaba, ya se las arreglaría para manejarla.
Cuando el chico puso sus manos sobre las suyas, tomó las de él entre las suyas y las apretó despacio, pero lo suficientemente fuerte como para darle confianza, sonriéndole.

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Se ruborizó ligeramente, aunque esperó que no se notase demasiado. Desvió los ojos hasta el suelo, para luego mirar al caballo y finalmente a los ojos de la muchacha. Sintió un escalofrío recorrerle la espina dorsal; aquello era extraño.

- ¿Puedo subirme a montar contigo? - se sentía un poco avergonzado, por lo cual se dirigió a ella con voz suave.

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Le sonrió.

- Claro que sí. - le dijo, sentándose más adelante, para dejarle un espacio.

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