Asgorath, dueño del castillo.

Nombre: Asgorath

Raza: Elfo Brujo

Edad: 20 años

Sexo: Masculino

Condición sexual: Heterosexual

Descripción: Mide 1.76 metros de altura, pesa 70 kilogramos. Su ropa varía entre pantalones de vestir, con camisas de color blanco o negro con cuello alto, en general ropas de la edad antigua. Cabello largo, suele llevarlo sostenido. Ojos de color café.

Habilidad especial: Sabe manejar bien la katana. Posee habilidades elementales relacionadas con el fuego y las sombras. Puede hacer arder cualquier cosa sin necesidad de que haya oxígeno en el aire, y hasta puede crear fuego en el agua. Siente la presencia de los demás por las ondas de calor que emiten (no confundir con visión de calor). Ha practicado la nigromancia, pero desconoce sus alcances o si verdaderamente puede usar estos poderes.

Marcas: Cicatriz en el cuello, cerca de la nuca. Tatuaje de símbolos debajo de la cicatriz.

Gustos: Disfruta de la cacería. Suele pasear, explorando alrededores, y le gusta mirar las puestas de sol estando acompañado. Prefiere pelear sin tener que usar magia negra, ya que no es un poder que haya preferido tener.

Carácter: De carácter serio, sabe cuándo reírse y cuando no. Con una moral muy fuerte y de gran voluntad para sus ambiciones. Muy decidido.

Historia: Nació en la época en que los elfos y los humanos se separaron. Con el correr del tiempo el hombre fue olvidando su raza, a lo que los elfos decidieron no intervenir y permanecieron escondidos en los bosques. Asgorath era un maestro de la espada y gran poseedor de magias arcanas, un elfo muy amistoso para con las demás razas. Ocurrió que los poderes de élficos empezaban a menguar con el tiempo...debido a que ellos toman energías de la naturaleza concentrándolas en su fuente mágica y estaban obligados a vivir en el mismo lugar por culpa de los humanos. De modo que los elfos establecieron un número límite que podría existir en los de su especie y morirían aquellos fuera de esa cifra. Asgorath no era partidario de esta idea, de hecho le indignaba. Abandonó su pueblo, por lo que perdió sus poderes, vagando al azar a donde el destino lo llevara. Unos orcos lo capturaron una noche que descansaba en el bosque e intentaron aprisionarlo; se defendió como gran guerrero que fue, y prudentemente decidió convivir con ellos. Le enseñaron el arte de la magia negra, los brujos orcos lo hechizaron para que sus cabellos fueran negros y sus orejas no fueran puteagudas, ya que el mismo Asgorath detestaba a su propia raza y no deseaba verse como ellos. Al dejar el dominio de los orcos, hizo un pacto de sangre y se gravó el símbolo del clan en muestra de su irrompible alianza con ellos. Pasado el tiempo, el hombre ha desaparecido, su sueño de reunir a todas las razas podría cumplirse. Se ha asentado en un nuevo castillo y ya corren los rumores por todo el mundo de este lugar abierto para cualquier especie.

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