Una noche con amigos

Luego de haber visitado el castillo por completo, decidió vagar por los alrededores. Su meta fija era el cementerio. No le importaba que la gente pudiera decirle rara o tuviera pensamientos extraños. Quería ir a ese lugar por su tranquilidad. Siempre se había sentido más cómoda entre los muertos que entre los vivos. Quizás porque los muertos no llevaban tantas marcas ni defectos. Quizás porque la entendían y la protegían. Quizás porque... estaba muerta de otra forma y no lo entendía.
Luego de dar varias vueltas, logró encontrar el cementerio escondido en una especie de claro dentro del bosque. Los árboles altos alrededor del reducido cementerio, plagado de lápidaas y estátuas. Uno podría perderse. Uno que no fuera como ella. Sonrió, comenzando a vagar por entre las lápidas y las estatutas de cruces, ángeles y otros decorativos fúnebres. Luego de unos minutos, se detuvo a examinar una estátua de una especie de parca. Exactamente como en muchas historias, con su gran hoz a su lado, tomada por su mano huesuda, y escondida debajo de su atuendo aterrador. Oyó una voz femenina que le llamó poderosamente la atención. Y luego una infantil. Se acercó, dejando de lado la estatua. Creyó que vería sombras de una madre y su hijo. O alguna situación similar. No una chica de cabello castaño, arodillada entre las lápidas, hablando con lo que sería la 'sombra' de un niño pequeño. De un niño muerto.
Sonrió de medio lado, quedando en silencio. Observando atentamente la escena.

Se mantuvo observando la escena. La pequeña sombra era un niño. Un ánima. De nombre Shun, por como oía. Y la joven de cabello castaño largo y ropas negras parecía llamarse Cassie. Sonrió de medio lado, algo enternecida, al ver como la pequeña sombra hacía un gesto de tristeza. Se mordió el labio inferior. Quizás no debería, pero... Comenzó a caminar hacia ellos. Las hojas secas y el poco césped crujían bajo sus pies. Suspiró, deteniendose a un par de pasos de distancia de ellos. Los miró atentamente.

- Si no vuelve pronto, me ocuparé de buscarla para que puedas verla... ¿quieres, Shun? -sonrió, hablándole al pequeño ánima.

Quizás no debería haberse metido en la conversación. Pero algo dentro de ella se lo había pedido. Debilidad hacia los niños, suponía. Sin distinguir entre ánimas y niños reales. Solo pensó en ayudar a quitarle esa amarga mueca del rostro al pequeño y de hacerle más fácil la ida a la joven. Suponía que si le quería tanto como para ir a verlo, le dolería ver ese gesto de desdicha, aunque ese no fuera el proposito del niño.

Ahogo un pequeño grito de impresión al ver como aquella persona desconocida se habia acercado, y ahora se encontraba a su lado hablándole a su pequeño amigo, pareciera que tratara de animarlo, tal vez había visto lo que sucedida, quien sabe solo pudo mirarla durante unos segundos en silencio, para luego susurrarle un leve gracias que el pequeño no lograra oír, volvió rápidamente hacia el pequeño que parecía mejorar su humor con una pequeña sonrisa en sus labios. Un sentimiento de alivio la inundo por completo al ver que ya casi no había rastro de tristeza en ese pequeño rostro.


- ¿Ves Shun? Sea como sea volveré y te prometo que la próxima ¡vendré con muchas historias interesantes que contarte! – hablo con emoción, y su sonrisa de agrando al ver al pequeño saltar de alegría.

Así era mucho mejor, aquel pequeño niño no merecía estar triste por su culpa, por algo ella se esforzaba por hacerlo feliz en cada visita contándole cuentos o trayéndole cosas que llamaran su atención.


- Shun ¿Dónde quedaron los modales que te enseñe? Presentante como se debe con la señorita – lo regaño con ternura, vio como la obedecía haciendo una leve reverencia.

- Un placer señorita mi nombre es Shun – – Dijo como niño que recita una estrofa de una canción bien aprendida de memoria, una pequeña risita escapo de sus labios, divertida por la forma en que su pequeño amigo cumplía ordenes.

Al oír que le susurraba un gracias, negó con la cabeza, sonriente. Al fin y al cabo, ella solo lo hizo para alegrar al pequeño, no para recibir un agradecimiento. La sonrisa en el rostro de la pequeña ánima resultaba realmente tranquilizadora. Como de otro mundo. Aunque exactamente era algo así. Sonrío, sintiendose a gusto.
Observó la escena por unos momentos. Parecía el trato de una hermana con su hermanito pequeño. O de una madre con su hijo. Se entristeció ante el pensamiento de que quizás el niño podría ser hijo o hermano de aquella chica, e imaginando las formas en que pudo haber muerto. Le resultaba devastador. Era tan... inocente y tierno. Bufó, reprendiendose a sí misma. No debía dejar que su imaginación fluyera tan libremente.
Desvió la mirada al pequeño. Una pequeña sonrisa en sus labios. Al ver que daba una pequeña reverencia y que recitaba como un pequeño cantito, sonrió, complaciente. Tomando su vestido, realizó una reverencia hacia el pequeñito.

- El placer es todo mío, mi nombre es Naisha